miércoles, 21 de octubre de 2009

Gran Hermano y Snowball te aman










La vida de George Orwell no fue fácil. Entre sus peripecias vitales más recordadas se encuentra la de haber tenido que vivir como un indigente en las calles de Londres y París durante algún tiempo. Y eso, es algo que se hace notar en sus libros (no por nada eligió la capital del Reino Unido como el lugar en el que se desarrolla la historia de 1984): la experiencia de alguien que ha vivido al límite en muchas ocasiones y que ha tenido oportunidad de conocer a personas y personalidades de los diferentes ámbitos de la vida social, incluidos a los seres desahuciados de la sociedad.

Podría decirse que los libros de Orwell a los que nos vamos a referir en este post habrían de estudiarse en las facultades de Ciencias Políticas de todas las universidades, en lugar de esos enormes y tediosos manuales que tienen por costumbre querer abarcar más de lo que en realidad pueden. Y sin tanta pretensión académica, Orwell crea dos obras maestras de la literatura universal, que analizan perfectamente la tesitura política del tiempo en que fueron escritos (y que en algunos casos, como ahora se verá, podrían aplicarse a la actualidad imperante).


"Rebelión en la granja" trata de un modo muy didáctico la ascensión al poder por medio de la revolución y la posterior corrupción de los sujetos que la han llevado a cabo, mientras se intenta engañar (y aquí lo consiguen) al pueblo para que sigan pensando que son el centro y fundamento de la Revolución. Snowball (un trasunto de Stalin) y sus compañeros los cerdos van dando forma a la mentira de que todo sigue igual tras el alzamiento, mientras el resto de animales no es capaz siquiera de darse cuenta de que el decálogo que se había dictado en un principio va perdiendo inexplicablemente las normas que ellos mismos se habían dado. Solamente el asno taciturno, muy viejo, y que por ello conoce todos los vuelcos que ha dado la historia desde la Revolución al momento actual, es capaz de darse cuenta de la situación, pero el resto de miembros de la granja, tan absortos con la personalidad de Snowball no le hacen caso. Se observa, asimismo, como el cerdo mandatario repudia a su lugarteniente (otra similitud con la persona de Stalin) a través de la mentira. En definitiva, nos encontramos ante una buena crónica de la época estalinista protagonizada por un cerdo inicialmente bonachón, y unos simpáticos animales. Sin embargo, si nos adentramos en lo que nos cuenta Orwell, la historia deja de tener un lado tan amable.

Otro elemento reseñable en esta edición de 1988 es un prólogo escrito por el propio Orwell (que también tiene su propia historia como cuenta Bernard Crick) en el que se analiza desde una perspectiva crítica la libertad de prensa en Estados Unidos en la época de publicación del libro. Es decir, recién acabada la Segunda Guerra Mundial y con la URSS como aliada, por lo que se puede deducir que un libro como "Rebelión en la granja" no fue fácil de publicar en estos años.

Pero sin duda, la gran obra maestra de George Orwell, y por la que obtendría multitud de reconocimientos es "1984". Se trata del relato de la sociedad post-moderna londinense, ubicada dentro del Superestado de Oceanía, y en constante guerra con Eurasia y Estasia, territorio aquel gobernado por el Ingsoc, y cuya cabeza visible es el Gran Hermano. En esta sociedad, el Estado domina todos los actos de las personas que se encuentran a su cargo, todos sus pensamientos, todos sus sentimientos, todo lo que escriben, todo lo que hablan, sus relaciones afectivas, el número de hijos, su ideología política (pues la religiosa ni existe), etc. Pero dentro del Ministerio de la Verdad (Miniver en neolengua) trabaja Winston Smith, miembro del Partido Exterior, dispuesto a combatir las estructuras de este superestado minándolo a través de pequeños actos de disidencia. En el camino se encuentra con O'Brien, astuto dirigente del Partido Interior, y en el que Smith cree encontrar el mismo sentimiento que se encierra dentro de él. ¿Conseguirá al final subvertir el orden establecido con la ayuda de O'Brien?

En fin, nos encontramos ante dos manuales de ciencia política en toda regla (por ejemplo, algunos regímenes dictatoriales, como el de Corea del Norte, parece que han decidido utilizar para el desarrollo diario de su política: culto al líder hasta la extenuación, control extremo de todos los movimientos de sus ciudadanos, extorsión, torturas, etc.), totalmente recomendables.

jueves, 1 de octubre de 2009

El poeta bajo la col


Reconozco que hasta hace quince días lo único que sabía de Quimi Portet era que formaba parte de El último de la Fila, junto a Manolo García (él dice que era "el guapo de El último de la Fila"). Dos semanas después no es que sepa mucho más, pero sí he averiguado que hace canciones, y no se le da mal. Hace canciones por hacerlas, no para vender discos (el último por cierto lleva por nombre Viatge a Montserrat). En realidad vende canciones. Dentro de cada una se esconde una realidad independiente de la que se daba en la anterior y de la que existirá en la siguiente. La primera muestra de este imprescindible disco viene acompañada de un videoclip bastante surrealista (al igual que la canción) y que no guarda ninguna relación con el mensaje que quiere transmitir, pero que después de haberlo visto unas cuantas veces te engancha igual o más que el tema. Se llama Homes i dones del cap dret.

El tema tiene un aire melancólico, y aunque la letra esté recubierta de elementos de cuento (incluso infantil) recuerda a todas aquéllas personas que se ven obligadas a abandonar su tierra y dejar atrás lo que más quieren (rieras, muntanyes del meu cor) para ser recibidos por un olor a mierda y sangre, olores del infierno. Si a todo esto le sumamos la especial sensibilidad de la que hace gala Quimi Portet en todo lo que canta y a la hora de componer (por no hablar de cómo toca la guitarra), podríamos estar hablando de una canción perfecta que se deja querer desde el primer segundo.

El re-descubrimiento de Quimi Portet (descubrimiento para mí) no fue casual o incidental. Uno, que es asiduo del blog de Andreu Buenafuente, entendió que algo o alguien que fuera objeto de tantos elogios no podía ser malo, así que me decidí darle una oportunidad. Y Buenafuente anoche decidió darle otra para que pudiera darse a conocer al gran público, saturado de radio-fórmula, "triunfitos" y material prefabricado y artificial (aunque los tres sean hijos de la misma madre). Y como dice el showman catalán, si después de esta canción, no se ha convertido en tu héroe, es cuestión de horas.