lunes, 7 de febrero de 2011

Izquierda abertzale, nos guste o no nos guste

Creo que soy capaz de comprender el odio que puede sentirse cuando han asesinado a algún familiar tuyo, directo o indirecto, y cuando en la causa de esa muerte se encuentra un trozo de tierra (patria lo llaman ellos*) o un pedazo de tela (bandera lo llaman ellos).

Y por eso entiendo que ante la posibilidad de que los que aplaudieron la muerte de tu padre puedan volver a entrar en la vida política y, por tanto, pública de tu país (a través de la fundación e inscripción de un nuevo partido político) se enciendan todas las alarmas. Pero eso (y vuelvo a repetir que entiendo ese punto de vista) no es necesariamente malo si viene con el compromiso de rechazar la violencia de ETA en el caso de que se produzca (no dicen "condenar", pero tampoco lo dicen los estatutos del Partido Socialista, del Partido Nacionalista Vasco o del Partido Popular).

Es cierto que la palabra de la izquierda abertzale se encuentra muy devaluada, precisamente por la inconsistencia de la que han hecho gala hasta el momento, demostrando una vez tras otra que eran los alfiles de la acción armada de ETA. Y ese sambenito les va a costar quitárselo porque ellos mismos no lo han decidido antes. Sin embargo, quien piense que se puede resolver este capítulo negro (otro de tantos) de la Historia de España sin la participación de la izquierda abertzale es un iluso de los que han de guardarse en los museos, porque ya no quedan. La izquierda abertzale, nos guste o no, es el movimiento político que aglutina a una tercera parte de la sociedad vasca (no todos partidarios de la violencia, no se nos ha de olvidar este hecho) y, por tanto, sin la dirección política del mismo va a ser muy imposible convencer a sus partidarios de que el terrorismo no es el camino. Por ello, el hecho de que su dirección nacional haya dado el paso de reconocer este aspecto en los estatutos no es malo, sino todo lo contrario. A partir de ahora, la verificación del cumplimiento de los estatutos se deberá hacer por las vías ordinarias que rigen para el resto de partidos. Es decir, deberán tener un control jurídico a posteriori, no a priori.

Y es que, además, estoy convencido de que la superación del odio por las dos partes es un requisito imprescindible para que el conflicto vasco se pueda superar. Y buen ejemplo de ello lo da Eduardo Madina, Secretario General del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados y víctima de ETA en el año 2002, cada vez que tiene oportunidad. En una entrevista en El País Semanal en 2009 decía lo siguiente:

"Salgo reforzado en el compromiso. Con un rechazo total a lo que ETA me propone: el odio, las ganas de venganza, las ganas de irme. Y me lleva a un ejercicio de alquimia, que todavía no ha concluido, que es convertir el plomo en oro: que de esa mierda salga algo que refuerce mi vida. Aquel atentado me blinda contra cualquier tipo de odio, ETA es una factoría de odio. Yo salgo más generoso, más aceptador de la diferencia, de la pluralidad. Termino convirtiendo aquel escenario en una alerta de la importancia de las cosas en la vida, de la importancia del tiempo. Ojalá pudiera quitar aquel día. Pero es un capítulo fundamental de mi vida, casi de mi muerte; intento convertirlo en algo positivo para los días que me quedan por vivir".

-"¿Habría que volver a hablar con ETA en algún momento?
-Da la sensación, por el último proceso de paz, que la propia ETA ha despreciado ese diálogo, ya no lo quiere. Hay una frase que define muy bien la situación, creo que la dijo Rubalcaba: ETA pudo acabar como el IRA y eligió acabar como el GRAPO. ¿Habrá que volver a hablar? Yo no lo sé, yo creo que ahora mismo, no, porque ellos mismos no han querido. Pero todos los manuales de resolución de conflictos violentos te dicen que la palabra es un instrumento útil para la resolución de conflictos terroristas. Y en la salida de escena, bien utilizada, y en el mejor de los contextos, es un instrumento útil. Yo sigo creyendo en eso. Pero, desde luego, ahora mismo, no se puede hablar con ellos".
En mi opinión éste es el pensamiento que ha de tenerse a futuro. El sentimiento de justicia también, por supuesto, es un derecho al que ninguna víctima ha de renunciar, pero al mismo tiempo han de reconocerse los pasos que se están dando y que el tiempo se encargará de mostrar si eran verdaderos o por el contrario otra trampa.
*Ellos: miembro de cualquier tipo de nacionalismo, centralista o periférico.