domingo, 31 de marzo de 2013

Los caimanes que se comieron el final

Estoy seguro de que en más de una ocasión os ha pasado estar leyendo un libro y ver cómo se acercando el final y las dudas surgidas a lo largo del mismo no quedaban despejadas hasta las dos últimas páginas, y de un modo atropellado. Pues bien, en 'Tierra de caimanes', de Karen Russell, ni siquiera es así, porque el final llega, el libro termina, y muchas incógnitas se quedan donde estaban. Los caimanes habrán devorado el final.

'Tierra de caimanes' tiene un ritmo exasperantemente lento y en más ocasiones de las necesarias se detiene en aspectos que no tienen ninguna relevancia para la trama. Si ya de por sí ésta no es suficientemente atractiva, el resultado es un libro muy poco recomendable.

El hilo argumental gira en torno al hundimiento de un parque temático de cría de caimanes debido a la muerte de su estrella principal, Hilola Bigtree, y por la apertura a unos kilómetros de un nuevo centro de ocio, "El Universo Oscuro". El libro puede tener cierto interés para quien busque encontrarse con un poco de la idiosincrasia de las gentes de la ciénaga y la orografía del Sur del estado de Florida y para quien sueñe perderse por un sistema de canales interminables infestados de caimanes, pero por regla general es difícil encontrar el motivo que puede llevar a terminar el libro.

Se trata de combinar realidad con ciencia-ficción, y el resultado es uno de los pasajes más entretenidos del libro, en el cual la protagonista se afana en buscara su hermana Ozzie, de la mano del Hombre-Pájaro, un gitano que se dedica a mantener limpios los campos de los temidos busardos (capaces de raptar a personas con su pico), vestido de pájaro. La confianza y el valor que se da a la misma en un mundo de desconocidos tienen un papel importante en esta parte del libro.

En definitiva, "Tierra de caimanes"es un libro bastante irregular que no cumple ni una sola de las expectativas depositadas en él, salvo para aquellos amantes de los caimanes y de Florida, y en ocasiones ni tan siquiera. Un buen libro, eso sí, para tenerlo en la mesilla de noche y que te ayude a dormir muy profundamente.

lunes, 25 de marzo de 2013

La Creperie Easycrep, París en Pintor Rosales


Si en mi último día sobre la Tierra se me ofreciera la posibilidad de pasear por un lugar para evadirme elegiría sin duda el Paseo del Pintor Rosales a la hora del atardecer. Enfilaría desde los Jardines del Templo de Debod, con la Almudena y el Palacio de Oriente al fondo, hacia el Paseo de Moret, dejando a un lado la Rosaleda y el espesor de la Casa de Campo y al otro el señorial barrio de Argüelles. Después ya podría morir tranquilo, sintiéndome afortunado por el privilegio de un último paseo en esta zona de Madrid.

Por eso, cuando me enteré de que el restaurante donde nos íbamos a reunir para celebrar el cumpleaños de Sara se encontraba en pleno corazón del Paseo del Pintor Rosales no pude sino alegrarme, por lo menos por lo que al emplazamiento de 'La Creperie Easycrep' se refería. Necesitaría algo más de tiempo para saber si también me alegraría por la comida que servían...y la verdad es que la espera mereció la pena.

'La Creperie Easycrep' se encuentra en un local estrecho, lo que hace que en una noche de sábado, lleno hasta los topes, la sensación fuese un poco agobiante. Una vez ubicados en uno de los mejores sitios del local, era hora de ir eligiendo lo que íbamos a cenar. Como toma de contacto, nos gustó ver que en Madrid (por fin) se está extendiendo la costumbre de servir las botellas de Coca-Cola de 35 centilitros. Hasta ahora, en la capital, pagabas por una botella como si el líquido de dentro fuera un sucedáneo del oro, u oro mismo.


La especialidad de la casa son los crèpes, como su propio nombre indica, y esa fue la razón que nos había llevado hasta ahí. Por eso, fue en lo que nos centramos a la hora de pedir. Últimamente me estoy decantando por la comida picante, y elegí el 'México', que según la carta era una enchilada de carne, demasiado suave para mi gusto. El resto pidieron el crèpe 'Suave' y el 'Tres Quesos', los cuales acabé probando, como no podía ser de otra forma. Los platos se sirven acompañados de patatas paja. La cantidad servida no es excesivamente alta (para gente de buen comer), pero tampoco peca de insuficiente, por lo que con un crèpe y un entrante se puede cenar perfectamente. En nuestro caso, el entrante había sido una merienda italiana compuesta de salados y dulces, regados con Lambrusco y Limoncello. Terminamos con un crèpe de nocilla, que estaba para chuparse los dedos (como irremediablemente acabó sucediendo), y en sintonía con el resto de la cena, es decir, muy bueno.

Como nota curiosa, a la entrada del local hay una vidriera que permite ver a los cocineros preparar los platos que luego se sirven a la mesa, pero la estrechez del local invita a tomar asiento cuanto antes y empezar a probar un trozo de París en una de las zonas más bonitas de Madrid.

Tlf: 915411449

domingo, 10 de marzo de 2013

Ruta de la Arquitectura Negra (Guadalajara)

A veces la Providencia dispone la ubicación de lugares a miles de kilómetros de donde les hubiera correspondido originariamente. Eso precisamente ocurría con el yate en que años antes se había remozado el dictador Franco, y que languideció sus últimos años en el aparcamiento de un hostal de la llanura castellanoleonesa. Pero a veces ocurre que esos lugares "mal situados" aportan un valor al territorio donde han recaído. Ése es el caso de Valverde de los Arroyos, un precioso pueblo de piedra negra, enclavado en el corazón de la sierra de Guadalajara, pero que bien podría haber estado situado en cualquier remoto lugar de los Alpes suizos, y que constituye el epicentro de la Ruta de la Arquitectura Negra.


La ruta, sin embargo, tiene su origen en el todavía señorial pueblo de Cogolludo, cuyo Palacio Ducal domina la Plaza Mayor con una majestuosidad propia de su rango. Conserva dos iglesias imponentes, de origen renacentista, muy reformadas a día de hoy, pero que sirven como claro ejemplo del esplendor y del poderío que en su momento tuvo este pueblo en la región. Y en lo alto del mismo, el castillo, del que hoy no quedan más que unos cuantos lienzos que aún vigilan todo lo que ocurre a sus pies. Para comer, el 'Restaurante Palacio' (especialidad en cabrito asado), en el lateral del Palacio Ducal.



Y a partir de aquí la cosa no hace más que mejorar. El camino sigue por una carretera ascendente, desde la que en todo momento se divisa la cresta nevada del Pico Ocejón. En el punto más alto llegamos a Valverde de los Arroyos, una verdadera pieza de coleccionismo. El pueblo está vetado al tráfico rodado, por lo que los visitantes han de aparcar el coche en un párking habilitado a un kilómetro de distancia, lo cual favorece que el pueblo se encuentre en el perfecto estado de conservación que actualmente tiene. Una vez dentro, el tiempo parece haberse detenido en sus calles empedradas, y es por esto por lo que es muy necesario cuidar el calzado utilizado para caminar por ellas. El pueblo guarda rincones espectaculares; he aquí algunos ejemplos:


A una hora de camino a pie se encuentra la cascada de Despeñalagua, donde una cortina de agua cae desde más de veinte metros de altura. El avance de la tarde nos impidió visitarla, pero viendo la oferta de alojamiento que ofrece Valverde amenazamos con volver en otro momento, y no perdérnosla.

Después de Valverde de los Arroyos toca bajar una carretera que discurre por las entrañas del valle para volver a subirla ya al otro lado de la sierra. Por el camino prescindimos de Almiruete y Campillo de Ranas. Nos dirigimos directamente a Majaelrayo, pueblo que según Juan Eslava Galán es el mejor conservado de toda la ruta (yo discrepo, me quedo sin duda con Valverde de los Arroyos). En él nos volvemos a encontrar con piedras negras en todas la superficie de sus casas y rincones de una belleza espectacular, y una plaza recoleta que respeta el entorno. El café que nos tomamos en el restaurante 'El Jabalí' fue reconfortante para combatir el frío que a esa hora la sierra ya no se atrevía a disimular, aunque quizá en otra ocasión nos de por la caza que también sirve, tal y como nos recomendó un compañero de pupitre de universidad que nos encontramos en la Plaza Mayor de Cogolludo.




Llegamos pidiendo la hora a Tamajón, del que sólo alcanzamos a ver su iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y sus bellos y variados canecillos.


Mientras, la luna nos apremiaba, recordándonos que aún nos quedaba un largo camino hasta llegar a Madrid. La obedecimos.


miércoles, 6 de marzo de 2013

Hasta siempre comandante...


Recuerdo cuánto disfruté una noche cenando con unos amigos (que ya han pasado a mejor suerte) en la que expusieron (sobretodo ella, él estaba dando cuenta de un buen entrecot) la opinión que les merecía Hugo Chávez, rayana en el odio, la cual se habían formado únicamente de oídas. De oídas de alguien que le tenía más odio todavía que ellos.

Y digo disfruté, porque según se iba encendiendo ella, pues al chuletón le quedaban todavía unas tres cuartas partes, mayor era el número de datos que le aportaba para intentar contrarrestar su odio irracional hacia Chávez. Cuanto más aumentaba la voz, más esclarecedor era el dato aportado, y así... Imagino que hoy estará contenta, pues se ha esfumado la razón de su odio, e imagino, igualmente, que el entrecot se habrá terminado también.

No tenía una especial simpatía por Hugo Chávez, no me caía ni bien ni mal, sé que es un personaje con sus luces y sus sombras, que habrá hecho cosas buenas y cosas malas en y para su país, pero hay varias cosas que sí se pueden afirmar sin lugar a dudas: que no era un dictador (lo sería si hubiese triunfado el golpe de estado del que fue cabecilla) y que los datos objetivos hablan por sí mismos, pese a lo histriónico del personaje.

Y los datos son los siguientes: deja en su legado una tasa de pobreza infinitamente menor que la que se encontró; en el momento de su muerte, los niveles de analfabetización de la población son los más bajos de la historia de Venezuela, mientras que el nivel de escolarización es el más alto. Es cierto que en niveles de corrupción quizá no puedan dar lecciones a nadie, pero ¿acaso los españoles estamos capacitados para darlas? Quizá esto no sea todo lo único que haya que tener en cuenta para valorar su mandato, pero sí da una buena muestra de por donde han ido los tiros. Se hace muy difícil mantener que amplios sectores de la población venezolana no viven hoy mejor que cuando comenzó a gobernar, y desde el punto de vista de un español con bastante desapego hacia su país, el hecho de que nacionalizase filiales de grupos empresariales españoles pues francamente me da igual, porque estos no se caracterizan precisamente por socializar los beneficios que han obtenido con la explotación de los recursos de Latinoamérica.

No me considero ni un chavista ni un antichavista, sino todo lo contrario, pero me encuentro en una posición ideológica lo suficientemente afianzada para afirmar sin temor a equivocarme que hizo cosas buenas, que dejó cosas hechas, de las que quizá no nos hayamos enterado si únicamente nos informamos por las principales cabeceras diarias españolas. Es preciso indagar un poco más, y así es como se llega un poco más a la aproximación (histórica, si se quiere) de un personaje que con sus seguidores y detractores nos dejó ayer, y al que hay que despedir, como dijo Carlos Puebla, con un "hasta siempre comandante...".