domingo, 16 de junio de 2013

Las Niágara manchegas

Amenazamos con volver y lo hicimos el pasado mes de Marzo, en pleno Jueves Santo. Temíamos que se cumpliera con el maleficio que explicaba Andrés Campo en la web 'Excursiones y Senderismo' (hordas de urbanitas que van a arrearse un buen lechal dejando un reguero de coches inacabable), pero el hecho de que estuviera el cielo encapotado y en ocasiones amenazase tormenta alivió la afluencia de gente durante la ruta.


Tras dejar el coche en el aparcamiento habilitado al efecto nos encaminamos hacia el campo de fútbol, desde cuya esquina parte el inicio de la ruta. Caímos en la tentación de comenzar la ruta de ascenso al Pico Ocejón, y estábamos dispuestos a terminarla, pero el cada vez más abundante caudal de agua que discurría por el camino nos hizo desistir de continuar, por lo que tuvimos que volver sobre nuestros pasos para recuperar el ortodoxo camino hacia las cascadas de Despeñalagua, no sin antes detenernos para tomar algunas fotografías desde allí.


Lo cierto es que la ruta presenta una dificultad muy baja, con un desnivel de unos 100 metros únicamente, pese a encontrarse en plena montaña, y una distancia aproximada de 3 kilómetros. Su configuración circular facilita que el excursionista no se pierda pese a que no se dispone de seañalización en ningún punto del recorrido.

El mayor desnivel, por llamarlo de alguna manera, se encuentra en el tramo que va desde el córner del campo de fútbol hasta el remonte en el que hay que decidir entre continuar hasta las cascadas o ascender el Pico Ocejón. A partir de aquí, la mayor dificultad que se presenta es la de sortear un riachuelo formado por el caudal producido por el deshielo del Ocejón. Por tanto, si se elige una época del año en que no se dé esta circunstancia no hay nada que temer.

A un kilómetro, aproximadamente, desde este punto ya se habrá ascendido lo suficiente como para detenernos un momento a disfrutar por unos minutos del aire serrano, y girando 180 grados sobre nuestro eje, contemplar enfrente Valverde de los Arroyos y a la derecha la silueta amenazante del Pico Ocejón con su cresta nevada. 


Éste es un espacio ideal para refrescarse, tomar unas cuantas fotos y prepararse para el último tramo del recorrido, el cual se compone de dos partes: la primera de ellas discurre junto a unas canalizaciones que sirven para controlar, en la medida de lo posible, el caudal propiciado por el deshielo de la montaña. En ocasiones, da paso a tramos de arroyuelo descubierto, ideales para llenar las cantimploras o botellas con el agua fría de la sierra. No existe ningún riesgo al ingerirla, y ello lo demuestra el hecho de que es tan nítida que puede verse el fondo de cantos rodados sin ningún problema; la segunda parte del último tramo es más escarpada que el recorrido anterior, y es que algún mecanismo debía crear la Naturaleza para mantener inexpugnable este precioso rincón de la Sierra de Guadalajara. El escollo se salva fácilmente con un poco de pericia y evitando las zonas musgosas. El estruendo del agua aquí ya se deja notar pero no tiene el carácter ensordecedor que adquirirá más adelante en unos pocos metros.



Tras avanzar unos metros y cruzar una superficie de madera nos encontraremos cara a cara con las chorreras de Despeñalagua o las cataratas del Niágara manchegas, pues como señala Andrés Campos éstas tienen casi los mismos metros de caída que las americanas, pero con bastante menos caudal que aquéllas, obviamente. Hay dos saltos de agua: el de la izquierda es el que más fama tiene y no por nada se ve ya desde carretera de acceso a Valverde de los Arroyos, pero el de la derecha no le va a la zaga, y aunque de menor tamaño, también resuena espléndido en lo más profundo de la garganta.




Tras disfrutar un buen rato sacando (y sacándonos) fotos y escuchando el ruido del agua sobre el que hay acumulado a los pies de las cascadas, tocaba desandar lo andado por el mismo camino que nos había llevado hasta allí. Tuvimos alguna pequeña dificultad para cruzar el arroyo, pero sobretodo debido a la acumulación de gente en esa zona y a la torpeza de la misma para llevar a cabo tal cometido, pero una vez solventado terminamos la ruta, llegando al pueblo sin ninguna dificultad.

Para nosotros, la jornada finalizó jugando un partido de fútbol con los chavales del pueblo, tras habernos comido un bocadillo (ambas cosas hechas en el húmedo césped del campo de fútbol, el cual sirvió de origen de la ruta unas horas antes).

Antes de volver a retornar el camino hacia Madrid, dando una vuelta por las preciosas calles de Valverde de los Arroyos, una buena amiga me convenció de que 'El cielo de Madrid' no es el mejor libro de Julio Llamazares, mientras las chimeneas del pueblo comenzaban a expulsar el humo blanco que sirve como preludio a una fría noche de Marzo ante la imponente mirada del Ocejón.


domingo, 2 de junio de 2013

Erotismo y pornografía


Una de las reglas básicas del erotismo es enseñar menos de lo que hay. Se trata, en definitiva, de insinuar, no de mostrar todas las cartas que se poseen. Lo contrario es pornografía. Y de pornográfico puede calificarse lo que el director de 'La cara oculta', Andrés Baiz hizo en el momento de la promoción de la película. Quien haga el ejercicio de buscar el trailer del film y verlo posteriormente comprobará que se ha hecho un verdadero estropicio desde el punto de vista promocional. El hecho principal de la historia, que comienza a detallarse a la mital del film, en el trailer queda suficientemente esclarecido con la cantidad de pinceladas que ofrece en tan poco tiempo. Pero haciendo otra lectura, es muy probable que de no contar con ese adelanto, la inmensa mayoría de personas se aburrirían durante la primera mitad.