viernes, 15 de noviembre de 2013

Las emociones dormidas

Foto: blogs.diariosur.es
Era una noche fría de mayo, en un bonito pueblo de la Sierra de Gata (Cáceres), Robledillo de Gata, y Televisión Española todavía podía verse sin que ello resultara ofensivo. Entonces nos pusimos en la piel de las Trece Rosas y la habitación se llenó de sofocos ahogados en el momento en que son fusiladas por la defensa de un ideal y unas convicciones. Todo se volvió oscuro y nos inundó a los allí presentes una pena infinita por ser testigos de esa injusticia (aunque fuera a través de una película). 

Todos esos sentimientos, esas sensaciones, no me las produjo ninguno de los minutos del metraje de 'La voz dormida', y no porque no haya momentos muy duros ni porque sea una mala película, pero no consigue transmitir nada (o muy poco) de lo que se supone que quiere hacer llegar al espectador. Como digo es una muy buena película: cuenta con un excelente reparto y dirección, magnífica ambientación y recreación histórica y por supuesto una historia que en otras circunstancias hubiera resultado muy conmovedora. Pero no acaba de enganchar en ningún momento, y lo malo es que a día de hoy no sé que es lo que falla.


La película está basada en el libro del mismo nombre de la desgraciadamente fallecida Dulce Chacón. Ella sí supo reflejar como casi nadie los estragos de la guerra, y de como ésta puede separar familias, incluso durante generaciones. Los protagonistas son dos maquis que se enamoran de dos hermanas a las que la lucha contra los fascistas desde la clandestinidad de aquéllos y el amor que va creciendo entre los mismos llevará a casi todos al camino de la perdición. Al final, pese a la locura irracional que supone la guerra, si el amor tiene una base sólida sobre la que sustentarse será capaz de pasar por encima del tiempo y las adversidades. O eso es al menos lo que parece querer decirnos Benito Zambrano al término de la cinta. Y esa es la principal diferencia con 'Las 13 rosas', donde no hay lugar para el optimismo en ningún momento. 

Foto: labutaca.net
Lo mejor de la película es, sin duda, María León y toda su interpretación a lo largo de la cinta. Literalmente, "se come la película", la hace suya, dejando muy pequeñitos al resto de actores que la acompañan en el reparto. Su fuerza interpretativa no decae en ningún momento. Es una actriz a la que hay que seguir los pasos.


En definitiva, una buena película, con todos sus elementos, pero que no consigue emocionar como otras de su género. Es recomendable, sólo por comprobar si uno lleva razón o no. Seguramente no. O sí...