lunes, 11 de marzo de 2019

Batallitas


“Con el tiempo descubrí, sin embargo, que los buenos sueldos le hacen a uno menos propenso a patearse la calle, más complaciente con el director y más comprensivo con el poder. Lamento decirlo y socavar mis propios intereses (a mí tampoco me gusta ser pobre), pero creo que una cuenta raquítica en el banco y un poco de rabia en el estómago favorecen el mejor periodismo”.
'Memorias líquidas' es el libro de un periodista contando anécdotas y vivencias desde que empezó en la profesión hasta el momento actual. Muchos podrán decir: "bien, otro libro de un periodista contando batallitas; nada nuevo". Pero si el periodista es Enric González, lo que cuenta es la experiencia acumulada en las principales firmas del país, junto a personas (y personajes) como Juan Luis Cebrián, y ello viene acompañado de una cuidadísima edición, marca de la casa Jot Down la cosa cambia, y mucho.

No esperen encontrar en este libro crónicas épicas escritas durante una batalla en Sarajevo, en la que milagrosamente se acaba salvando el culo que treinta años después descansaría sobre un mullido sillón de la Real Academia Española. No, lo que propone González es mucho más mundano, menos espectacular, pero, sin duda, mucho más efectivo.

Más efectivo porque nos acerca a los entresijos de una profesión tan endogámica como el periodismo, a través de su relación con directores y periodistas, contándonos la forma de trabajar en ciudades tan dispares como Londres, Roma o Nueva York (que posteriormente servirían para alumbrar sus tres tomos 'Historias de...'), o acercándonos al epicentro de la toma de decisiones de algo tan valioso y trascendente como es el qué información se emite y cómo y cuándo se emite.
“Cada mesa, un Vietnam. Creo que la frase la acuñó Rafael Pradas. Así me parecía a mí que eran las cosas. Aún me lo parece. Cada mesa de la redacción, según la «doctrina Huertas», debía ser una trinchera de resistencia frente a la empresa y los demás poderes. La «doctrina Huertas», de la que me declaro seguidor, considera que la legitimidad de un periódico radica en su dirección, no en los intereses de sus propietarios”.
Con la escritura directa e intencionada que siempre le ha caracterizado en sus columnas, pero aquí rompiendo las ataduras del número limitado de caracteres, González salda cuentas con antiguos compañeros y directores (especial mención al capítulo en el que trata su relación con Juan Luis Cebrián) y, en definitiva, con toda la profesión y todo lo que la envuelve.
“Recuerdo perfectamente las primeras palabras que me dirigió el primero de ellos (de los directores): «Domingo, tráeme una Coca-Cola». Aquel hombre no sabía quién era yo, pero al menos sabía lo que quería”.
Sería inconcebible acabar esta pequeña reseña sin hacer mención a la cuidadísima edición llevada a cabo por la gente de Jot Down, esa publicación que se ha empeñado en que sólo leamos cosas de calidad. Observando el tomo (el encuadernado, el tipo de página, la grafía) se tiene la percepción de que éste era un libro importante para ellos y para reivindicarse como el principal "contemporary cultural mag" que es.
“Me parece que un periodista ha de leer como si le fuera la vida en ello, porque le va la vida en ello”.
'Memorias líquidas' es, en conclusión, una publicación imprescindible para conocer, de primera mano, los entresijos del periodismo español de las tres últimas décadas, escrito con el estilo directo que caracteriza a Enric González, y que nunca decepciona. Tampoco en este caso.