jueves, 4 de enero de 2018

Amargo pasado


Todos nos hemos encontrado alguna vez una almendra amarga cuando menos lo esperábamos. El porcentaje de probabilidades de pasar ese mal rato es pequeño, pero nos sigue sorprendiendo (y molestando) cuando eso ocurre. Con los libros ocurre igual: vamos disfrutando con algunos libros, que acaban bien, algunos nos han hecho pensar... y de repente, sin pretenderlo, comenzamos otro, sin saber que cuando lo terminemos  tendremos en nuestra boca un sabor amargo e inesperado, producido por una historia dura, y contada sin almibarar. El sentido de un final, de Julian Barnes, deja ese malestar amargo en el paladar y en la garganta, y lo que peor es que no se va enjuagándolos en agua.