martes, 21 de diciembre de 2021

Jugábamos sobre la ignominia

 


Encoge el corazón descubrir con el paso de los años cómo algunos de los lugares sobre los que jugamos siendo niños escondían en sus entrañas una ignominia que todavía hoy se encuentra grabada en el corazón de muchas familias de nuestro país. Uno de estos lugares es el cementerio del municipio toledano de Alcaudete de la Jara, paso obligado, en muchas ocasiones, de nuestros paseos y correrías por las calles de la localidad en el período en el que mi familia dispuso allí de una segunda vivienda. En esos rodeos, matutinos o vespertinos, no éramos conscientes de que los alrededores de aquella tapia encalada albergaban el cuerpo de 28 vecinos fusilados por el bando nacional durante la Guerra Civil, en la que posteriormente se conoció como "Fosa La Pradera".

Tampoco sabía entonces, y sí ahora después de leer el magnífico libro 'Los campos de concentración de Franco. Sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas', de Carlos Hernández de Miguel, que muchos (o todos) de esos asesinados pudieron pasar sus últimas horas de vida en el campo de concentración que las tropas franquistas habían montado en el pueblo contiguo, Belvís de la Jara. Estábamos, en definitiva, jugando sobre la maldad sin conscientes de nada de ello.

Para sacarnos de esa ignorancia, 'Los campos de concentración de Franco' suponen una radiografía integral de la creación, desarrollo y desaparición de la red de campos de concentración implantados por el régimen franquista durante los últimos años de la Guerra Civil y toda la dictadura.

Se trata de una obra muy exhaustiva, muy bien documentada y muy prolija en datos, testimonios y localizaciones de las ubicaciones acreditadas de los campos de concentración que compusieron la red.

El libro se estructura en dos partes bien diferenciadas, que se complementan como un engranaje perfectamente engrasado. En la primera se desarrolla la creación y expansión de la red de campos durante el extenso período en el que estuvieron activos, analizando los cambios de denominación de los que fueron objeto a lo largo del tiempo; la segunda parte analiza todos (y cuando decimos todos, es todos) los aspectos de la vida cotidiana del campo de concentración: nutrición, condiciones de salubridad, relación con los guardianes, con los presos, ocio, educación, y un largo etcétera.

Como decimos, ambas partes se engranan a la perfección, siendo la primera más academicista y más densa, y la segunda más amena y humana, más alejada de los fríos datos y más apegada a los testimonios de quienes estuvieron en los campos de concentración o de sus familiares.

Al final del libro, el autor deja un listado de ubicaciones sobre las que existen sospechas de posibles emplazamientos de campos de concentración. Se trata de un interesante hilo del que pueden tirar otros investigadores interesados en esta época de la historia de España.

En definitiva, sorprende comprender lo cerca que hemos estado alguna vez de un campo de concentración: desde el que se ubicó en el Convento de San Marcos de León, en la actualidad Parador Nacional de Turismo, hasta el que se ubicaba en el del pueblo de al lado de nuestra madre, donde tanto jugamos cuando éramos niños. Afortunadamente, este libro desentierra en gran parte ese oscuro y desconocido pasado.