martes, 21 de diciembre de 2021
Jugábamos sobre la ignominia
martes, 16 de noviembre de 2021
Soldados de causas que ya no existen
"Soy un espía muerto de un país que no existe"
Carré es un espía argentino al que han traicionado, al que han vilipendiado en innumerables ocasiones, pero que, sin embargo, todavía está dispuesto a dar la vida por aquello en lo que sigue creyendo, aunque esto suponga arriesgarse por un país que ya no existe, por una causa que ya no existe. Qué difícil no sentirse identificado con el agente Carré en algunas ocasiones.
El último encargo que la nación tiene para Carré consiste en transportar a su lugar de origen el denominado 'Milagro Argentino', que no es otra cosa que el cuerpo resucitado (a través de procedimientos electrónicos e informáticos) de uno de los padres de la patria argentina. Y lo que, a priori, parece un encargo fácil, que permitirá a Carré retirarse plácidamente en su país en olor de multitudes, se convierte en un trabajo envenenado finalmente difícil de cumplir.
Y es en estas complicaciones donde se nota la mano experta de Osvaldo Soriano, que puso en El ojo de la patria todos sus esfuerzos para ofrecernos una novela de espías equiparable a la mejor literatura de suspense como la que procede de latitudes más septentrionales que en las que se sitúa el país de la Pampa.
Sin embargo, el libro tiene un punto de inflexión que está a punto de mandar al traste la trama tan pulcramente construida hasta ese momento: la estancia de Carré y el prócer en el Hotel Orion. Los hechos que ocurren allí son tan surrealistas que desentonan demasiado con todo lo que venía sucediendo hasta ese momento, y que, obviando dicho fragmento, podría enmarcarse en cualquier novela de género policíaco o de espías sin demasiados esfuerzos. Pero el hecho de que los huéspedes sean escritores que redactan libros para no ser vendidos o que los gerentes del hotel sean una banda de hombres travestidos no ayuda, precisamente, a tomarse en serio al menos esta parte del libro.
Menos mal que el bochorno que genera es algo pasajero, y el último tercio del libro vuelve a recobrar la trama de suspense que nunca debería haber abandonado, pues vuelven las persecuciones, las misiones secretas, y los encuentros furtivos en mitad de la noche. El final, entre lo onírico y lo psicodélico, se encuentra a la altura del resto de la novela.
“Llevaba el pasado de otros porque no tenía uno propio. […] La traición era el único sobresalto posible en ese encierro de lealtades inciertas”.
Osvaldo Soriano se muestra en El ojo de la patria como un representante muy digno de la narrativa iberoamericana del último tercio del siglo XX. Es, como decimos, una obra irregular, por cuanto tiene un comienzo lento, y va cobrando cuerpo hasta llegar al último tercio, pero es el inicio en el que se nos presenta a Carré y el entorno en el que se mueve el que nos hace disfrutar del resto de la novela.
La atmósfera detectivesca adaptada por Soriano a la idiosincrasia argentina, con toques de la mejor novela estadounidense sobre el género y, sobre todo, el carácter surrealista de la trama, hacen que nos encontremos ante una obra original, con un punto de vista que el lector no espera encontrar si atendemos a lo que se cuenta en las primeras páginas.
Referente de otros autores argentinos como Eduardo Sacheri, Osvaldo Soriano maneja a la perfección los diálogos, concisos unos, incisivos otros, ácidos la mayoría de ellos, y eso hace que la novela parezca más ligera, cuando en realidad tiene bastante carga de profundidad y unas sentencias que podrían haber sido extraídas de cualquier manual de filosofía moderna.
“Ahora que había arriesgado empezaba a sentirse digno de ser alguien. Tal vez ése era todo el secreto”.
"Tenía muchas cosas que hacerse perdonar pero pensaba que el Cielo también le estaba debiendo algunos favores”.
sábado, 2 de octubre de 2021
Vallecas fue un cuadro de Brueghel el Viejo
Todo apuntaba a que la nevada que iba a caer sobre Madrid iba a ser histórica. Y la verdad es que casi nadie pudo imaginar la situación tan dantesca que íbamos a acabar viviendo durante más de una semana.
Filomena empezó a enseñar su potencial el jueves 7 de enero, con unos pequeños copos que ya comenzaron a platear los árboles desnudos de la ciudad, pero que ni de lejos permitían imaginar lo que se avecinaba.
El día siguiente, viernes 8, comenzó frío pero normal como cualquier viernes invernal: con tráfico, con temperaturas gélidas, con la ciudad desperezándose lentamente según avanzaban las horas. A mediodía, empezó a caer nieve con una intensidad que auguraba una situación inusual. En muchos centros de trabajo, incluido el mío, se permitió la salida anticipada de los empleados para evitar que se quedaran embotellados en los más que presumibles atascos que se iban a ir formando con el avance de la tormenta. En aquellos en los que no se pudo o no se quiso, eso fue precisamente lo que acabó pasando.
Vivir pegado, literalmente, a la M30 ese día nos proporcionó un mirador ideal desde el que contemplar la complicada situación que se estaba generando en toda la ciudad en general, y en nuestra zona en particular.
domingo, 19 de septiembre de 2021
Los diferentes prismas de la soledad
"Son muchas las cosas maravillosas que han salido de la ciudad solitaria: cosas forjadas en soledad, pero también cosas que sirven para curarla"
domingo, 6 de junio de 2021
El ser humano es un animal que añora
La primera noticia de 'Sobre la nostalgia. Damnatio memoriae' la tuve durante los paseos vespertinos desde casa hasta el Cementerio de la Almudena (un buen lugar para ejercitar la nostalgia, por cierto), en la época en la que comenzaron a relajarse las medidas de confinamiento tras el primer estado de alarma. Como nexo común en casi todas mis últimas lecturas, el autor fue entrevistado por Javier Aznar, en una de las habitaciones de su ya imprescindible 'Hotel Jorge Juan'.
Me pareció muy interesante la aproximación a ese concepto, el de la nostalgia, desde la filosofía y la mitología, justo en el momento en el que lo que más añorábamos era nuestra vida anterior a la pandemia. El de la nostalgia de ver a nuestros seres queridos y estar acompañados por ellos durante la parte más dura del confinamiento domiciliario al que nos abocó el COVID-19.
En 'Sobre la nostalgia', Diego S. Garrocho disecciona desde una perspectiva histórica y filosófica el concepto de nostalgia. Se trata de un ensayo muy académico en algunos pasajes, que no he podido disfrutar cuanto me hubiera gustado, debido a mis propias carencias y limitaciones en la materia. Otros, sin embargo, en un lenguaje más asequible para el lector común, como quien esto escribe, nos acercan al concepto que da título al libro y a una serie de lugares perfectamente transitables para la mayoría:
"La amenaza de un dolor es mucho más temible que la vivencia de un sufrimiento en tiempo presente".
"La fortuna ha querido que en nuestra lengua la «espera» y la «esperanza» converjan en una misma palabra. «Esperar» es una acción ambigua y dual en la que la permanencia o la persistencia paciente parece custodiar un optimismo injustificado. La polisemia del término fascinó a André Gide, quien celebró la coincidencia que en nuestra lengua nos obliga, cada que entramos en una «sala de espera», a entrar en una «sala de esperanza». Allí donde esa esperanza se exilia, disipa o se aniquila -podríamos volver a Hesíodo- se pierde el sentido de la espera e incluso se hace imposible su ejercicio".
"Es probable que cada vez que añoramos un lugar no echemos de menos una circunstancia espacial concreta sino un tiempo sido".
"No hay nada más antiguo que el futuro, pero al mismo tiempo no hay nada más moderno, o postmoderno, que invocar el pasado".
Personalmente, la parte que más disfruté durante la lectura fue la que abordaba el concepto de nostalgia desde una perspectiva histórica, resultando muy interesante el capítulo dedicado a la 'damnatio memoriae', una condena habitual en la antigua Roma, consistente en borrar de la memoria colectiva el recuerdo de un enemigo del Imperio, suprimiendo cualquier rastro que pudiera permanecer en placas conmemorativas, edificios, esculturas, etc. Era una versión más depurada (y menos cutre) de las purgas llevadas a cabo en la URSS con aquellos a los que se purgaba y condenaba al ostracismo.
Igualmente interesante es el tratamiento de la enfermedad de la nostalgia de la que fueron diagnosticados los soldados suizos que se enrolaban en misiones lejos de su país (la enfermedad también recibió el nombre de "mal del país") y que no podían olvidar los verdes paisajes de su patria mientras se encontraban luchando lejos de ellos.
En definitiva, un libro muy interesante, que nos acerca de una manera integral a un concepto más presente en nuestra vida de lo que podríamos pensar, pero al que es conveniente acercarse con determinadas bases sobre conceptos filosóficos para poder disfrutarlo en su totalidad.
domingo, 14 de marzo de 2021
Un ticket de parking y un bolígrafo
martes, 9 de febrero de 2021
Un pueblo que se dejó traicionar
martes, 26 de enero de 2021
Canencia: un puente medieval nevado
martes, 19 de enero de 2021
Los límites y las ganas de volar
"Ignoran que conocer el final es lo único que te permite disfrutar del cuento".
'Tierra de campos'. David Trueba. 2017
En una de sus últimas intervenciones públicas antes de que el maldito cáncer nos privara de su persona y de su obra, el poeta Miki Naranja, desde la habitación 128 del 'Hotel Jorge Juan', contó que una vez, uno de sus hijos le preguntó que si podía ser astronauta y, al mismo tiempo, otro tipo de profesión que requería de preparación y esfuerzo para alcanzar el éxito en la misma (inclúyase aquí, bombero, futbolista, médico, o cualquier otra profesión equivalente). Contaba que él le había contestado, desde la visión lógica de un adulto, que no; que no podía ser astronauta y al mismo tiempo dedicarse a otra profesión, pues el tiempo empleado en formarse para la primera le iba a impedir conseguir, siquiera, aspirar a la segunda. Al poco tiempo, continuaba, se dijo a sí mismo, que quién era él para poner límites a la imaginación de su hijo y a su deseo de compaginar dos oficios que, de primera mano, no resultan fácilmente accesibles.
En ningún momento consideré que lo que contaba Miki Naranja fuera un "invent" como aquellos con los que se suele ridiculizar en Twitter a aquellos padres que, por lo general, suelen poner en boca de sus hijos frases engoladas que sólo han poblado previamente su cabeza, pero hasta ayer había abordado este tipo de conversaciones entre padre e hijo con cierta distancia por desconocer cuánto pudieran tener de construcción literaria que sirviera para dar un encaje perfecto a la anécdota relatada. Sin embargo, ayer fui el destinatario de una pregunta lanzada en términos muy similares, de la que no pude escapar.
De vuelta a casa, finalizando lo que para mi fue una tarde que recordaré siempre, cargado de libros infantiles bajo el brazo, tras haber vivido los primeros momentos de Adriana rebuscando en los estantes de una biblioteca, me preguntó si alguna vez podría llegar a ser cantante y policía a la vez. Es cierto que existen diferencias cuantitativas entre una astronauta y una cantante, pero María Callas no llegó a ser la mejor de su disciplina por ciencia infusa, sino que dedicó años y años de su vida para formarse y llegar a lo más alto. Incluso para ser policía se requiere dedicación académica y preparación física durante un período de tiempo más o menos extenso. Por tanto, desde los ojos de un adulto, así expuesto, podría resultar difícil compatibilizar ambas ocupaciones.
Afortunadamente, Adriana no plantea sus preguntas desde los ojos de un adulto. Mientras por un milisegundo me vi tentado a decirle que no es posible compatibilizar ambos oficios, frené en seco y recordé la conversación de Miki Naranja con su hijo, y le animé a que se esfuerce para poder conseguir lo que se proponga, sea ser cantante y policía o los dos o tres nuevos oficios que comiencen a estar de moda la semana que viene entre sus amigos de clase, porque nosotros, los padres, no somos nadie para, desde nuestra visión ya encorsetada de la vida, poner límites a su imaginación y a sus ganas de volar.
Y es que llegará el día en que consiga las aspiraciones que tenía previstas, o quizá otras que no lo estuvieran en un inicio, quizá después de haber fracasado en mil ocasiones anteriores, pero es importante que no conozcan cómo termina el cuento en muchas ocasiones, porque solo eso es lo que les permitirá disfrutar del mismo.