martes, 26 de enero de 2021

Canencia: un puente medieval nevado


Los preparativos de la salida
Los habitantes de Madrid vivimos desde septiembre de 2020 con el temor de que nos confinen perimetralmente en nuestros barrios, por lo que no pensamos ni un momento en ponernos en marcha pronto al día siguiente para poder ver y disfrutar un poco de la nieve, tan improbable en el centro de Madrid. Así que el día de Año Nuevo, inusualmente, todos nos fuimos pronto a dormir, pues el despertador, pese a ser un sábado de vacaciones, iba a sonar muy pronto.

Destino: ¿Puerto de Navafría o Canencia?
A las 8:50 ya estábamos en marcha. La Autovía A1 iba muy fluida, pero cuando llevábamos 40 minutos de camino, a las 9:30, los carteles luminosos de la carretera ya indicaban que los aparcamientos de la sierra estaban completos. Afortunadamente, en ningún momento nos planteamos ir a Navacerrada o a Cotos, que es donde se estaban formando las aglomeraciones.

Las opciones que barajábamos eran el puerto de Navafría o el puerto de Canencia. El problema era que la noche anterior había nevado y la subida a ambos puertos comenzaba a estar complicada y no llevábamos el vehículo preparado.

Finalmente, cuando cruzamos el pueblo y vimos el estado de la carretera que sube al puerto de Canencia, decidimos quedarnos recorriendo sus calles, que también tienen gran atractivo, y lo más importante, nieve...

Un paseo hasta Puente Canto
Dejamos el vehículo en el mismo punto que el día que realizamos la ruta senderista del arroyo de Canencia. Desde aquí, a muy pocos pasos, llegamos a un paseo cortado, presidido por un pilón, que ese día se encontraba helado. A la derecha, un intacto manto blanco esperaba impaciente para que los más pequeños lo revolvieran.


Después de un rato en esta zona, nos desplazamos hasta el Puente Canto, una imponente estructura que no esperaríamos encontrar en un pequeño pueblo de la sierra norte de Madrid. 

El paraje nevado con el puente al fondo podría haber formado parte, sin problema, de la adaptación cinematográfica de El nombre de la rosa, pues no cuesta imaginar a Adso de Melk y a Guillermo de Baskerville cruzándolo para llamar a las puertas del monasterio del norte de Italia donde se desarrolla toda la acción.


El Puente Canto data del siglo XIV o XV, y está formado por dos arcos asimétricos, contando en la parte superior del más grande con un pequeño mirador. En la parte inferior tiene un contrafuerte semicircular destinado a aliviar la estructura del puente de los embates de la corriente del arroyo de Canencia.






El Puente Canto es uno de los siete puentes medievales que se encuentran en las inmediaciones de Canencia, los cuales conforman la ruta del mismo nombre.

Esta ruta se debía encontrar haciendo el numeroso grupo de senderistas que apareció por el camino que lleva al Puente de la Cadena, incluso con alguno en manga corta, algo inusual para un 2 de enero y el cielo amenazando tormenta de nieve.


Recorriendo las calles de Canencia
Volvimos por el mismo camino hacia el pueblo, y antes de coger el coche dimos una vuelta por las blancas calles del pueblo. Nos sorprendió encontrarnos todos los comercios cerrados a cal y canto, con alguna excepción. Paseamos por la plaza, donde destacan el ayuntamiento, con su típica arquitectura serrana, y la humilde pero imponente Parroquia de Santa María del Castillo, de estilo gótico y alta nave central.





Despedimos la nieve hasta el año que viene...o no
Cuando nos montamos en el coche y por el espejo retrovisor íbamos viendo los campos y cunetas nevados, nos despedimos de la nieve hasta el próximo invierno, sin saber que en menos de una semana nuestras calles, aceras, portales y garajes se iban a llenar de ella y que iba a generar grandes problemas de movilidad y de logística que se siguieron sufriendo aún dos semanas después de la nevada.

Hasta a nuestras hijas, que en un principio les encantó (a la mayor más que a la pequeña, todo hay que decirlo), han acabado empachadas. El año que viene quizá volvamos, pero por éste ha sido suficiente.

martes, 19 de enero de 2021

Los límites y las ganas de volar

 "Ignoran que conocer el final es lo único que te permite disfrutar del cuento".

 'Tierra de campos'. David Trueba. 2017


En una de sus últimas intervenciones públicas antes de que el maldito cáncer nos privara de su persona y de su obra, el poeta Miki Naranja, desde la habitación 128 del 'Hotel Jorge Juan', contó que una vez, uno de sus hijos le preguntó que si podía ser astronauta y, al mismo tiempo, otro tipo de profesión que requería de preparación y esfuerzo para alcanzar el éxito en la misma (inclúyase aquí, bombero, futbolista, médico, o cualquier otra profesión equivalente). Contaba que él le había contestado, desde la visión lógica de un adulto, que no; que no podía ser astronauta y al mismo tiempo dedicarse a otra profesión, pues el tiempo empleado en formarse para la primera le iba a impedir conseguir, siquiera, aspirar a la segunda. Al poco tiempo, continuaba, se dijo a sí mismo, que quién era él para poner límites a la imaginación de su hijo y a su deseo de compaginar dos oficios que, de primera mano, no resultan fácilmente accesibles.

En ningún momento consideré que lo que contaba Miki Naranja fuera un "invent" como aquellos con los que se suele ridiculizar en Twitter a aquellos padres que, por lo general, suelen poner en boca de sus hijos frases engoladas que sólo han poblado previamente su cabeza, pero hasta ayer había abordado este tipo de conversaciones entre padre e hijo con cierta distancia por desconocer cuánto pudieran tener de construcción literaria que sirviera para dar un encaje perfecto a la anécdota relatada. Sin embargo, ayer fui el destinatario de una pregunta lanzada en términos muy similares, de la que no pude escapar.

De vuelta a casa, finalizando lo que para mi fue una tarde que recordaré siempre, cargado de libros infantiles bajo el brazo, tras haber vivido los primeros momentos de Adriana rebuscando en los estantes de una biblioteca, me preguntó si alguna vez podría llegar a ser cantante y policía a la vez. Es cierto que existen diferencias cuantitativas entre una astronauta y una cantante, pero María Callas no llegó a ser la mejor de su disciplina por ciencia infusa, sino que dedicó años y años de su vida para formarse y llegar a lo más alto. Incluso para ser policía se requiere dedicación académica y preparación física durante un período de tiempo más o menos extenso. Por tanto, desde los ojos de un adulto, así expuesto, podría resultar difícil compatibilizar ambas ocupaciones.

Afortunadamente, Adriana no plantea sus preguntas desde los ojos de un adulto. Mientras por un milisegundo me vi tentado a decirle que no es posible compatibilizar ambos oficios, frené en seco y recordé la conversación de Miki Naranja con su hijo, y le animé a que se esfuerce para poder conseguir lo que se proponga, sea ser cantante y policía o los dos o tres nuevos oficios que comiencen a estar de moda la semana que viene entre sus amigos de clase, porque nosotros, los padres, no somos nadie para, desde nuestra visión ya encorsetada de la vida, poner límites a su imaginación y a sus ganas de volar. 

Y es que llegará el día en que consiga las aspiraciones que tenía previstas, o quizá otras que no lo estuvieran en un inicio, quizá después de haber fracasado en mil ocasiones anteriores, pero es importante que no conozcan cómo termina el cuento en muchas ocasiones, porque solo eso es lo que les permitirá disfrutar del mismo.