martes, 9 de febrero de 2021

Un pueblo que se dejó traicionar


Ya se sabe que en una casa con niños siempre es más complicado encontrar momentos para cualquier otra cosa que no sea la atención a sus necesidades permanentes. Sin embargo, esta Navidad quise probar si podía contravenir ese mito con la lectura de
'Un pueblo traicionado', del hispanista británico Paul Preston. Eso obligaba, por un lado, a fijar un objetivo diario de lectura y, por otro, a acelerar el paso aquellos días en los que no había cumplido durante la jornada anterior. Y sí, puedo decir que, después de un mes, pude terminar este volumen de casi 800 páginas sin que me faltase ni me sobrase ningún día. Filomena me concedió una prórroga de una semana (tiempo en que estuvieron cerradas las bibliotecas públicas en Madrid), pero no fue necesario.

El autor de este volumen es, como se ha dicho, Paul Preston, historiador hispanista británico, que puede presumir de conocer la idiosincrasia y los avatares de nuestra historia mejor que la mayoría de las personas nacidas aquí. Resulta llamativo que tengan que venir de fuera a ponernos frente al espejo, en lo que a debate historiográfico se refiere.

'Un pueblo traicionado' comprende el período que va desde la Restauración de 1874 hasta la proclamación de Felipe VI como Rey de España. A lo largo de todo ese lapso temporal, el libro narra la historia de un pueblo que se ha dejado traicionar por su falta de determinación en momentos fundamentales ante gobernantes despiadados, que aprovecharon ese adormecimiento para implantar regímenes de corrupción, nepotismo y terror en varias ocasiones durante ese período.

A pesar de contar con miles de nombres, fechas y acontecimientos, el libro se lee como una novela, a lo que, sin duda, ayuda la afilada y directa prosa de Preston, pero, también, lo apasionante que fue el período de la historia de España que narra.

Muchos son los personajes que pueblan las páginas de 'Un pueblo traicionado', como da buena cuenta de ello el cuantioso apéndice que recoge a todas y cada una de las personas citadas en el libro de un modo u otro, pero lo que sorprende es la cantidad de personajes secundarios que han asolado nuestro país, y que luego han tenido una relevancia fundamental desde bambalinas en el devenir de su historia. Muchos podrían ser los ejemplos, pero uno de los que más me llamó la atención fue Severiano Martínez Anido, sanguinario personaje presente en todo movimiento represor desde principios del siglo XX hasta el final del franquismo.

Sin embargo, lo que evidencia 'Un pueblo traicionado' es que ni siquiera el paréntesis que supuso la II República entre gobiernos de corte autoritario, cuando no abiertamente fascistas, estuvo exento de claroscuros, e incluso en ese período pueden encontrarse gobernantes que no supieron estar a la altura de las circunstancias y de la importancia del momento histórico. Ese es el caso de Santiago Casares Quiroga, presidente del Consejo de Ministros en el momento del golpe de estado de Franco, quien exigía que no se le molestase durante la noche bajo ninguna circunstancia, lo que impidió poder avisarle del alzamiento de las tropas que había comenzado durante la noche del 17 al 18 de julio de 1936 y evitando así dar una rápida respuesta al mismo.

'Un pueblo traicionado' genera impotencia por la cantidad de oportunidades perdidas por nuestro país para llegar a ser un país moderno y con una democracia consolidada, como los de nuestro entorno, pero que tuvo la mala fortuna de encontrarse con una clase dirigente sin escrúpulos, más interesada en su enriquecimiento personal que en el interés general del país.

Justo hoy ha tenido comienzo el juicio por la reforma de la sede del Partido Popular que, presuntamente, se habría sufragado con dinero de la "caja B" del partido, y desde hace unos días su ex tesorero, Luis Bárcenas, ha venido caldeando el ambiente con una confesión que incrimina a la antigua cúpula del partido en la configuración de esa contabilidad paralela. Ese es uno de los últimos acontecimientos que aparece en las páginas finales del libro cuando se aborda la trama Gürtel, y no es sino una muestra más de que, a veces, en más ocasiones de las deseadas, sí estamos condenados a repetir nuestra historia.