“[…] Lo que debes saber es que todos los días nace un millonario que va a
querer que un día tú le protejas la vida, los escuincles, la laniza, las
piedras. ¿Y sabes por qué Bernabé? Porque cada día también nacen mil cabrones
como tú dispuestos a darle en la madre al rico que nació el mismo día que tú”.
Puede afirmarse sin muchos rodeos que México es el paradigma de estado fallido. Con la excepción de los últimos días, centrados en la elección de la nueva presidenta Claudia Sheinbaun, las noticias que llegan a nuestras pantallas reflejan los problemas que enfrenta este país centroamericano: violencia contra las mujeres (feminicidios), corrupción, narcotráfico, desigualdad de clases, etc. Esa es la imagen completa del país que llega a todas las partes del mundo.
Es posible que la imagen que proyecte España en el exterior también esté centrada en los aspectos negativos y, en ese sentido, la concepción de nuestro país no difiera mucho de la ofrecida por México, pero lo que sí parece es que no es tan extrema.
El libro que hoy reseñamos, Agua quemada, de Carlos Fuentes (editorial Mondadori) es una mirada al origen de los problemas que hoy aquejan a México. Y lo hace a través de cuatro relatos interconectados entre sí, a veces de forma tan sutil como un hilo invisible, que obliga al lector a hojear buscando pasajes ya leídos para encontrar un determinado punto de conexión entre lo que se acaba de leer y lo ya visto hace unas decenas de páginas.
Estos cuatro relatos recorren todos los estratos de los que se compone la sociedad mexicana. La dicotomía que plantean las desigualdades de clase se pueden encontrar en cada uno de ellos. En 'El día de las madres' la humilde doña Manuelita había sido sirviente en la casa de una familia vencedora de la guerra civil; en 'Estos fueron los palacios', las edificaciones que dan nombre al relato hoy son casas semiderruidas, que antaño fueron los hogares de familias poderosas y hoy son arrendadas a gente pobre; en 'Las mañanitas' queda patente en las distintas clases sociales de las que forman parte el aristócrata Federico y los asaltantes de su vivienda; pero sobre todo se percibe en el último relato 'El hijo de Andrés Aparicio' en el que un huérfano de familia humilde va ascendiendo en la escala social por acercarse a personas poderosas de la política y del ejército, aunque ello suponga traicionar los principios que mantuvo su padre durante toda su vida.
Y aunque la lucha de clases sea un tema que recorre de manera transversal todos los relatos, la novela trata otros aspectos que podemos encontrar incrustados en el tuétano de la sociedad, no solo de la mexicana, como son la pobreza, la salud mental, el maltrato a la mujer, la corrupción política, la prostitución o incluso el maltrato animal. Desde este punto de vista este libro es de una rabiosa actualidad, a pesar de haber sido escrito en el año 1981.
La persona más bibliófila que conozco tenía por costumbre, en sus viajes de juventud, introducir en su equipaje un libro de un autor del país de destino. Cuando visitó México eligió Agua quemada por toda compañía bibliófila y me dijo que le decepcionó. En mi opinión, no es un libro para nada desdeñable y quien no lo haya leído haría bien en darle una oportunidad.