martes, 3 de agosto de 2010

¿El fin de 7 años de sufrimiento?



Todavía recuerdo las lágrimas de impotencia que nos recorrían las mejillas a varios de los que estábamos el 19 de marzo de 2003 en la Puerta del Sol, mientras Javier Gurruchaga leía el manifiesto de la Plataforma "No a la Guerra". También me vienen a la memoria las náuseas que me produjo ver la imagen de los cuatro (o cinco) estadounidenses carbonizados y descuartizados colgados de un puente durante los primeros días de la guerra. Pero, sin duda, el recuerdo que guardo con más claridad de aquellos días es el ambiente que se respiraba en las calles, sobretodo en las tardes de manifestación, de hermandad y de sentir que todos perseguíamos una causa común y el sentimiento de asco que nos producía el "Ciudadano A", y la forma tan miserable que eligió para poner a todo un país en su contra.

Por eso, hoy, el anuncio de Barack Obama de que los soldados destinados en Iraq estarán fuera del país antes del 31 de agosto de 2010 me produce sentimientos encontrados: por un lado, la esperanza de que ello sirva para que Iraq, invadido por un país extranjero violando el Derecho Internacional Público desde marzo de 2003, por fin pueda tomar las riendas de su propio destino; pero, por otro lado, el temor de que estos siete años no hayan servido para nada, excepto para envalentonar aún más a la "Resistencia iraquí", la cual, una vez fuera los americanos, va a tratar por todos los medios de hacerse de nuevo con el poder sustraído por la ocupación y de acabar con los títeres que van a dejar puestos los invasores.

Por lo tanto, la pregunta que cabría hacerse es la siguiente: ¿la guerra de Iraq y todas sus consecuencias han servido para algo? Por una parte, deja un mundo más inseguro, en el que se ha demostrado que no hay impedimentos para quien quiere imponer un modelo de sociedad a través del terror (como sufrimos en el corazón de Madrid). Por otra, se demuestra que estamos condenados a repetir la Historia si se dan los pasos equivocados, pues Iraq ha sido un Vietnam II para Estados Unidos, del que al final han tenido que salir de la forma menos honrosa posible ante la imposibilidad de controlar la situación.

Ante este panorama nada halagüeño sólo cabe esperar que la gestión de la posguerra iraquí se realice siguiendo unos criterios y unos valores que no han existido a lo largo de esta sangrienta guerra, en la que sólo ha primado el amor al dinero derivado del petróleo. El 1 de septiembre comienza el mañana. ¿Será mejor o peor que el ayer?

1 comentario:

  1. Todos los que, de verdad, han construido la historia de la humanidad, la historia digna, no la otra, han mirado siempre al futuro imaginando (a priori) un mundo mejor. Se habrían rendido antes de tiempo si hubieran sabido todo lo que estaba por hacer.
    Nuestra obligación es mirar hacia atrás, ver lo que otros consiguieron, ser conscientes de cuánto queda por hacer, no desfallecer por el tamaño de la misión y trabajar con nuestros medios en la parcela de tarea donde nuestras capacidades sean necesarias. Habrá palos en las ruedas y quizá no lleguemos a verlo... pero eso no nos incumbe a nosotros, la historia nos juzgará.
    (mereció la pena la espera).

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