jueves, 18 de enero de 2024

La investigación que habría emocionado a Stieg Larsson

“Resultaba obvia la cantidad de tiempo que Stieg debía de haber dedicado (noches largas, fines de semana y jornadas laborales) a leer, reflexionar, escribir y clasificar material. Muchas horas que podría haber dedicado a hacer cosas con Eva y con sus amigos; tiempo que podía haber dedicado a cualquier otra ocupación. Podría haber creado una familia normal y corriente; podría haberse instalado en Bromma. Pero entonces no habría sido Stieg Larsson. Las novelas no se habrían escrito, las extrema derecha podría haber actuado más libremente en Suecia y sus investigaciones sobre el asesinato de Palme jamás se habrían llevado a cabo”.

En más ocasiones de las que serían necesarias se utiliza la figura de algún archiconocido director de cine (en internet es de uso común el meme "el/la [inserte lo que corresponda] que emocionó a Spielberg) o escritor en dudosas estrategias de márketing. En el caso del libro que hoy traemos, aunque algo de eso haya, la mención a Stieg Larsson está más que justificada.

Antes de su fallecimiento, el escritor sueco de la saga Millenium había comenzado una línea de investigación encaminada a esclarecer el misterioso asesinato de Olof Palme, que se produjo a la salida de una sala de cine de Estocolmo el 28 de febrero de 1986.

El trabajo, que quedó inacabado por su repentina muerte cuando terminaba de subir la escalera que conducía a su despacho, fue continuado por el periodista y escritor sueco Jan Stocklassa en el libro 'Stieg Larsson. El legado. Las claves ocultas del asesinato de Olof Palme', editado en España por Roca.

El asesinato del primer ministro sueco trajo de cabeza a la fiscalía y a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado del país escandinavo hasta que pudieron cerrarse definitivamente todas las líneas de investigación en el año 2020 y determinar al verdadero culpable.

Pero hasta ese momento, los responsables de la investigación dieron bandazos, siguieron pistas poco fiables, cabos sueltos, a la vez que dejaban caminos más seguros para esclarecer la verdad y, en definitiva, dejaban escapar un tiempo valiosísimo para esclarecer los hechos. ¿Quién era y qué participación tuvo en el crimen el misterioso "Hombre de Skandia"? ¿Cómo de involucrados estaban el hombre y la mujer que abandonaron en motocicleta apresuradamente el lugar de los hechos? ¿Son fiables las declaraciones vertidas por un viejo confidente sobre el interés de algunos estamentos paramilitares de Sudáfrica en asesinar a Olof Palme?

A todas estas pregunas, y las diferentes ramificaciones que se derivan de todas ellas, trata de dar respuesta Jan Stocklassa en este entretenido y bien documentado ensayo periodístico. Eso sí, para disfrutar su lectura recomendamos no buscar en internet noticias relativas al cierre de la investigación por la fiscalía sueca. Una vez terminado, entonces sí. Y con todas las cartas encima de la mesa, ver cuánto acertó Stieg Larsson y sacar nuestras propias conclusiones.

jueves, 11 de enero de 2024

Fácil para mí

A finales de noviembre, mientras merodeábamos por las tiendas de restauración del aeropuerto de Bruselas en busca de algo para desayunar que no pusiera en riesgo la estabilidad financiera de nuestra familia, comenzó a sonar la canción 'Easy on me', de Adele.


Quizá fuera el ambiente prenavideño en el que nos encontrábamos (veníamos de darnos un atracón de mercadillos y atracciones navideñas en Bruselas, Brujas y, en menor medida, Gante) del que un no-lugar como un aeropuerto tampoco puede abstraerse, o quizá fuese la sensación de encontrarnos en un país ajeno (cercano pero ajeno, al fin y al cabo), lejos de nuestros familiares, y ser consciente de que muchas personas se ven abocadas a vivir esa misma sensación, y no de manera voluntaria, sino empujados por la necesidad de labrarse un futuro en tierra extraña, pero lo cierto es que esa canción, en ese momento, logró remover algo en mi interior como hacía tiempo que ninguna otra lo hacía.

Y quizá fuese ese "click", experimentado entre cafés a precios desorbitados, el que hizo que la familia (y el concepto propio de la misma) cobrase a partir de ese momento un nuevo sentido que, aunque hasta ahora había estado latente, en adelante iba a estar más presente que nunca.

Nuestra cabeza puede estar repleta de problemas durante la mayor parte de nuestra existencia (laborales, frustraciones por la no consecución de un objetivo material, etc.), pero tiene la capacidad de relativizar todo y de mandar al fondo del cajón de las prioridades hasta la mayor de esas complicaciones cuando un ser querido (o un conjunto de ellos) comienza a pasar por dificultades dignas de tal nombre.

La carga excesiva de trabajo, la presión por los plazos de entrega, la falta de reconocimiento, elementos que nos atenazan en el día a día hasta el punto de hacer tambalear nuestra estabilidad emocional, pasan de manera automática a un plano completamente invisible cuando un ser querido pasa por una dificultad que te hace plantearte hasta qué punto las tuyas lo son.

Esta Navidad que acaba de terminar me ha servido para valorar la importancia de querer y ser querido, de cuidar y ser cuidado; de lo importante que es el sentido de pertenencia a un sitio, a un lugar, a un grupo, se componga éste de amigos o de familia; de lo imprescindible que es arropar y ser arropado cuando el año que acaba de terminar ha sido duro y el que comienza tiene retos colosales por delante.

Seguramente, ni la Navidad ni los propósitos de Año Nuevo nos ayuden a ser mejores personas, pero, al menos en mi caso, me han enseñado a valorar más y mejor los buenos y, también, los malos momentos, precisamente por ser consciente de la red de apoyo que tenemos bajo nuestros pies. Sabiéndolos cerca en todo momento, cualquier reto es fácil para mí.