Después del viaje del primer día, coincidimos en que el segundo debía ser de relax (y más teniendo en cuenta la cantidad que kilómetros que preveíamos hacer al día siguiente). Uno de los atractivos turísticos de Asturias, aparte de sus verdes valles y su arquitectura prerrománica son las playas. Aunque en mi opinión para el baño son mejores las de Cantabria, las del Principado ganan a aquéllas en belleza y majestuosidad, y gran culpa de ello lo tiene la inaccesibilidad de muchas e ellas, como tuvimos ocasión de comprobar.
La primera que elegimos para pasar el día fue la de la Concha de Artedo. Hay dos formas de acceder a ella: por la autovía A-8 dirección A Coruña se encuentra bastante bien señalizada, por lo que desde ahí no tiene pérdida. Sin embargo, entrando desde Lamuño, que es la otra opción, hay que ir bastante atentos a la señalización: cruzando el pueblo llegamos a la plaza, donde dejaremos a la izquierda una farola que se encuentra en el centro de la misma y bajaremos por la sinuosa carretera hasta el cruce con dirección a Artedo, sin hacer caso a la señal que indica que la playa se encuentra en dirección a Lamuño. Una vez allí, giraremos a la izquierda, donde dejaremos un cámping a la derecha y cruzaremos un puente. Tras haberlo atravesado y avanzado 500 metros viene el desvío a la playa antes de una curva cerrada ascendente.