martes, 3 de julio de 2012

La buena Literatura


"Un buen libro debe ser simple. Y como Eva, debe provenir de algún lugar entre la segunda y la tercera costilla": debe haber un corazón latiendo en su interior".

"Desde luego, Brooklyn es un lugar un poco sucio", admitió. "Pero para mí simboliza un estado mental, mientras que Nueva York es sólo un estado financiero".

Un Parnaso o librería ambulante, tirado por una vieja yegua, capitaneado por un loco profesor, acompañado por un perro, y todo ello adquirido por 400 dólares de los años 20 por una señora solterona especialista en hornear pan en la granja familiar. Éste podría ser, básicamente, el resumen de "La librería ambulante", pero como no puede ser de otra forma caeríamos en el riesgo de ser demasiado simplistas y de perder la quintaesencia contenida entre sus páginas.

Porque "La Librería ambulante" es el amor por la Literatura, es llevar hasta el extremo la pasión por los libros, hasta el punto de hacer de ellos tu hogar y casi tu única compañía, únicamente por el afán de hacer extensiva la cultura a todos los lugares. Así como el grupo de teatro "La Barraca", dirigido por Federico García Lorca, se proponía llevar la pasión por el teatro a los pueblos más denostados en aquel período inicial de la II República, el profesor Mifflin hace lo posible por llevar los buenos libros a los granjeros del Medio Este americano, sin ninguna otra pretensión que intentar transmitirles un poco del amor que él siente por ellos o de que por lo menos tengan la oportunidad de intentar experimentarlo.

Pero "La librería ambulante" no son únicamente libros, sino también los copiosos y deliciosos menús que prepara Hellen McGill en su granja (la carne con salsa de manzana, las crujientes y calientes hogazas de pan, los donuts caseros, el café recién hecho) y también los paisajes de esa América profunda que tan bien sabe explicar Christopher Morley (las suaves brisas de las mañanas de otoño, el salitre de las ciudades costeras, el tintineo de los árboles con la suave brisa del atardecer).

Desde luego, este libro cubre sobradamente con las expectativas depositadas en él, y cumple con la máxima que abre este post. Es un libro simple, y contiene un corazón que late por muchos motivos, pero sobretodo por el amor a la Literatura, a la buena Literatura.

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