sábado, 12 de julio de 2014

13-J: abstención crítica


Mañana me abstendré en la votación para elegir al Secretario General del Partido Socialista. Y a continuación van mis razones. Prometo ser breve. Al menos tan breve como han sido las propuestas de los candidatos durante la campaña electoral, aunque eso sí, con menos vaguedades y bastantes menos ambages que la que han demostrado ellos.

Tras las elecciones al Parlamento Europeo del pasado 25 de mayo se abrió una nueva etapa en la política española. No es que los resultados finales difirieran mucho de lo que viene siendo habitual desde la instauración de la democracia, pues el Partido Socialista y el Partido Popular fueron, nuevamente, los partidos más votados. Aunque, y eso si es novedoso, se demostró de una manera patente el hartazgo de la ciudadanía con los dos partidos mayoritarios y, por primera vez, la suma de los votos de los no alcanzó el 50%.

Por ello, era necesario dar un revulsivo contundente a la situación. En el PP siguen instalados en la complacencia como si no hubiera pasado nada, y prefieren echar balones fuera hacia los partidos que sí han empezado a contar con el favor de la ciudadanía a través de los votos (principalmente, los partidos minoritarios y, entre ellos, PODEMOS). Sin embargo, el PSOE sí pareció captar, en un primer momento, el mensaje emanado de las urnas y, previa renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba, se inició un proceso para la elección del nuevo Secretario General del partido, el cual culminará mañana día 13 de julio con la consulta a toda la militancia sobre los tres candidatos que han recogido los avales necesarios para presentarse: Pedro Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.

Y he ahí el primer problema: los candidatos. 

No son, intentando ser suaves, lo que se espera si lo que se pretende es abrir un proceso de regeneración en el partido. No podemos comulgar con ruedas de molino viendo cómo una persona, Eduardo Madina, que votó a favor de la Reforma Laboral promulgada por el PSOE en 2010, que votó el 'decretazo' de rebaja salarial a los funcionarios, que se ha demostrado tibio en el posicionamiento del partido en el debate sobre Monarquía o República ahora se nos presenta como la panacea a todos los males que aquejan el partido. ¿Qué nos garantiza que no va a repetir sus actuaciones si alcanza la Secretaría General y, en su caso, la presidencia del gobierno? Viene impregnado del aura del último gobierno de Zapatero y de la última época de Rubalcaba. No puedo comprar su discurso.

Por su lado, Pedro Sánchez en las últimas semanas ha recibido elogios de lo peor de la prensa conservadora, de Esperanza Aguirre, de miembros del Partido Popular, etc. Se ha mostrado muy tibio con el establecimiento del copago sanitario (sólo lo ha propuesto para los que más ingresos reciben, pero ya sabemos que en este maldito país la excepción se convierte siempre en regla para los más débiles). Parece que es el más maleable y pese a que le gusta decir que no fue empujado, sino que empujó (hacia la Secretaria General), lo cierto es que no se posicionó firmemente para que los militantes pudieran ser consultados a tal fin. Y además trae la mácula del aparato (como si Madina no hubiese formado parte de él). En definitiva, la viva imagen del gatopardismo aplicada al partido y a la política española; es decir, cambiar todo (por una cara amable) para que nada cambie.

Y en último lugar, José Antonio Pérez Tapias, una persona más curtida y sólida intelectual e ideológicamente, pero que en las actuales circunstancias no es lo que necesita el partido. Estoy seguro de que hay personas mucho más jóvenes que él, igual de bien formadas, con unas ideas tan sólidas y bien estructuradas, capaces de regenerar el partido desde dentro, que no se han atrevido a dar el paso por los estrictos requisitos para la adquisición de avales.

Y ahí se encuentra el segundo problema: los avales.

La dificultad (y casi imposibilidad) para conseguir los avales ha propiciado que únicamente figuren en la terna tres candidatos que, en el mejor de los casos, no son válidos para la regeneración que necesita el partido y, en el peor, rozan la mediocridad absoluta. Y seguramente en el camino se han quedado candidatos a los que habría aprobado sin ninguna duda, porque habrían tenido capacidad de generar ilusión, no tendrían la mancha del aparato rondándoles la espalda y no tendrían cuentas pendientes con ningún territorio. Pero la política exclusiva, de salón, de unos pocos, hace que en vez de poder elegir entre más candidatos solamente tengamos tres, con todas sus carencias y, en mi opinión, pocas virtudes.

Y el tercer problema: el procedimiento.

El domingo 13 de julio se celebran dos votaciones simultáneas: para la consulta sobre la elección del Secretario General y para la elección de delegados de cada agrupación a los 'congresillos' territoriales, que a su vez elegirán a los delegados que comparecerán en el Congreso Federal de finales del mes de julio. Es decir, el sistema, en mi opinión, no garantiza que lo que salga en la urna del Secretario General pueda acabar igual en el Congreso de finales de julio. Sería un escándalo que los delegados electos en cada agrupación votaran en contra de lo elegido por los afiliados, pero los Estatutos, en estos momentos, no garantizan que esa situación no se pueda producir. Es cierto que para ello habría que modificar los Estatutos en el Congreso Extraordinario, pero no parece que eso vaya a figurar en el orden del día y, por tanto, si el experimento sale mal todo quedará igual (gatopardismo, ¿recordáis?)

Mañana me abstendré porque no creo en el procedimiento ni en los candidatos. Porque no creo que personas que han estado votando a lo largo de los años determinadas cosas muy dañinas para la sociedad española no vayan a hacerlo a partir de ahora (si en 2010 existía la razón de estado, ¿por qué no ahora?). Porque no creo que sean las personas adecuadas para la regeneración del partido (ni ellos, ni las ejecutivas que puedan resultar tras su elección). Porque creo que con procedimientos anquilosados en el siglo XIX, los nuevos partidos y las nuevas formas de hacer política nos están adelantando por la derecha, y que siempre vamos diez pasos por detrás de la reacción necesaria a esta situación tan crítica.

A partir de mañana comienza la última oportunidad que la ciudadanía concede al partido. En la mano del nuevo Secretario General está el poder seguir siendo un partido con opciones de gobernar y cambiar la sociedad desde un prisma socialista y de izquierdas o pasar a ser un partido residual como el PASOK griego y esperar a que nos pase el SYRIZA español por la izquierda a toda velocidad. Desde luego soy muy pesimista, pero sólo quedan unos meses para salir de la duda. De la última duda.

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