martes, 22 de julio de 2014

Vida y obra (dibujada) del dublinés universal


Cuando éramos pequeños, todos hemos leído historietas de 'Mortadelo y Filemón', de 'Pepe Gotera y Otilio', de 'Anacleto, Agente Secreto', pero cuando vamos creciendo vamos dejando de lado los cómics para centrarnos en otro tipo de lecturas o, por el contrario, desechar la lectura para siempre. Y con ello cometemos un gran error, porque actualmente se están haciendo cosas realmente buenas a nivel europeo y español en el campo del cómic. Un ejemplo del primer grupo es el francés Étienne Davodeau, del que pronto traeremos por aquí su magnífico 'Los ignorantes'. Y en nuestro país, uno de los máximos exponentes es Alfonso Zapico, quién hace pocos años nos sorprendió con su precioso 'Dublinés', del que hablaremos hoy.

En una edición muy cuidada, la editorial Astiberri nos trae la biografía de James Joyce, pero como nunca la habíamos leído, o mejor dicho, visto. Con un epílogo de Eduardo Madina, muy nombrado estos días por haber optado a la Secretaría General del PSOE, el libro nos cuenta la vida del autor de 'Ulises' desde su nacimiento hasta sus últimos días.


Acostumbrados, como decíamos, a esas historietas breves de nuestra infancia, sorprende encontrarse con una novela gráfica, que a través de sus personajes inanimados en blanco y negro, desprenda tanta sensibilidad y nos llegue incluso a emocionar, sobretodo cuando trata los episodios más desgraciados de la vida de Joyce. Pues, y esa es una de las principales características del escritor, aunque se trate de una persona que hoy difícilmente entraría en los cánones de amabilidad y afabilidad, se nos presenta como un personaje carismático y entrañable al que no siempre acompañó la suerte.

Especialmente interesantes son las recreaciones que Alfonso Zapico hace de las ciudades de Italia y Francia (y su Dublín natal, por supuesto) en las que recayó Joyce en su particular odisea, así como los encuentros y conversaciones que mantuvo con otros autores y autoras contemporáneos.


Pese a su volumen (tal grosor de papel es necesario para soportar tanta tinta) el libro me duró tres mañanas de playa, lo que indica que se lee con una facilidad pasmosa. 

En definitiva, una manera muy interesante y, sobretodo, diferente de acercarse a la figura y a la obra de uno de los autores más importantes del siglo XX. Y todo gracias al buen hacer del dibujante Alfonso Zapico.

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