martes, 15 de noviembre de 2016

Matrioska literaria


Después de tantos años siendo un lector de todo lo que cae en mis manos, creo que en ninguna ocasión me había enfrentado a un libro escrito dentro de otro. Algunos autores utilizan el recurso del manuscrito extraviado que, por azarosas maniobras del destino, acaba en manos de un autor de éxito, convirtiéndose en un best-seller. Lo que hoy traigo es un concepto totalmente diferente: es un libro dentro de otro, una matrioska literaria, con su introducción, nudo y desenlace en ambos casos.

Edward Sheffield es el ex marido de Susan Morrow, y autor de Animales nocturnos, el libro que se desarrolla íntegramente dentro de Tres noches. Tras más de veinte años sin saber de él, recibe el manuscrito de la novela, que le costará bastante empezar, pero que una vez iniciado finalizará en tres noches. En él, Tony Hastings viaja con su familia para pasar las vacaciones de verano en su casa de Maine. En un momento dado se encuentran con un vehículo que transita de manera inusitadamente lenta. Cuando por fin lo adelanta, el conductor del otro vehículo vuelve a ponerse a su altura y le asesta varios golpes por detrás con el objetivo de sacarle de la carretera. Así comienza la noche en la que cambiará la vida de nuestro protagonista y su familia. Persecuciones, secuestros y torturas que serán todo un reto para una persona pusilánime y cobarde, pero que guarda un punto oscuro e indeterminado en su interior. En su periplo deberá tratar con verdaderos animales de la noche como los delincuentes que le echan de la calzada, o el teniente Andes, un agente llamado a tener un papel muy importante en la trama, y que, en lo que a personalidad se refiere, es todo lo contrario a Tony Hastings. 

El ritmo que se encuentra dentro del otro tiene un ritmo frenético, que engancha al lector desde los primeros capítulos. A pesar de ello, la estructura concebida combinando los capítulos con los interludios que tratan sobre la vida actual y pasada de Susan en los momentos de mayor tensión, ralentizan la lectura y en muchas ocasiones aporta muy poco al lector de carne y hueso.

Tras cada capítulo o una serie de ellos, Susan explica las sensaciones que le ha despertado el manuscrito de su ex marido. Este recurso hace que, en muchas ocasiones, el lector real experimente la misma sensación que su alter ego literario. Es bastante desasosegante comprobar que una y otro van viendo incrementada su desazón a medida que avanzan las páginas y los capítulos.

A pesar de que, como se ha dicho, los interludios supongan, en ocasiones, un frenazo para el desarrollo de la trama principal, son necesarios para entender la motivación de Edward al dedicar el libro a Susan. Y es que en ellos se abordan temas como la venganza y el perdón, que debieron experimentarse durante el matrimonio. De hecho, el cambio de carácter de Tony Hastings va aparejado al hecho de que en los interludios se van tratando temas cada vez más escabrosos. Se puede intuir el endurecimiento en las formas de Edward al tiempo que Tony Hastings se va convirtiendo en otro animal nocturno, como los que le acompañan.

Tres noches y la sorpresa que contiene en su interior, Animales nocturnos son un experimento muy interesante magníficamente ejecutado por Austin Wright, que aunque tarde más de tres noches en ser leído, nos dejará un muy buen recuerdo durante bastante más tiempo que el indicado en el título de la obra. 

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