lunes, 25 de marzo de 2013

La Creperie Easycrep, París en Pintor Rosales


Si en mi último día sobre la Tierra se me ofreciera la posibilidad de pasear por un lugar para evadirme elegiría sin duda el Paseo del Pintor Rosales a la hora del atardecer. Enfilaría desde los Jardines del Templo de Debod, con la Almudena y el Palacio de Oriente al fondo, hacia el Paseo de Moret, dejando a un lado la Rosaleda y el espesor de la Casa de Campo y al otro el señorial barrio de Argüelles. Después ya podría morir tranquilo, sintiéndome afortunado por el privilegio de un último paseo en esta zona de Madrid.

Por eso, cuando me enteré de que el restaurante donde nos íbamos a reunir para celebrar el cumpleaños de Sara se encontraba en pleno corazón del Paseo del Pintor Rosales no pude sino alegrarme, por lo menos por lo que al emplazamiento de 'La Creperie Easycrep' se refería. Necesitaría algo más de tiempo para saber si también me alegraría por la comida que servían...y la verdad es que la espera mereció la pena.

'La Creperie Easycrep' se encuentra en un local estrecho, lo que hace que en una noche de sábado, lleno hasta los topes, la sensación fuese un poco agobiante. Una vez ubicados en uno de los mejores sitios del local, era hora de ir eligiendo lo que íbamos a cenar. Como toma de contacto, nos gustó ver que en Madrid (por fin) se está extendiendo la costumbre de servir las botellas de Coca-Cola de 35 centilitros. Hasta ahora, en la capital, pagabas por una botella como si el líquido de dentro fuera un sucedáneo del oro, u oro mismo.


La especialidad de la casa son los crèpes, como su propio nombre indica, y esa fue la razón que nos había llevado hasta ahí. Por eso, fue en lo que nos centramos a la hora de pedir. Últimamente me estoy decantando por la comida picante, y elegí el 'México', que según la carta era una enchilada de carne, demasiado suave para mi gusto. El resto pidieron el crèpe 'Suave' y el 'Tres Quesos', los cuales acabé probando, como no podía ser de otra forma. Los platos se sirven acompañados de patatas paja. La cantidad servida no es excesivamente alta (para gente de buen comer), pero tampoco peca de insuficiente, por lo que con un crèpe y un entrante se puede cenar perfectamente. En nuestro caso, el entrante había sido una merienda italiana compuesta de salados y dulces, regados con Lambrusco y Limoncello. Terminamos con un crèpe de nocilla, que estaba para chuparse los dedos (como irremediablemente acabó sucediendo), y en sintonía con el resto de la cena, es decir, muy bueno.

Como nota curiosa, a la entrada del local hay una vidriera que permite ver a los cocineros preparar los platos que luego se sirven a la mesa, pero la estrechez del local invita a tomar asiento cuanto antes y empezar a probar un trozo de París en una de las zonas más bonitas de Madrid.

Tlf: 915411449

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