domingo, 27 de octubre de 2013

Día 7: San Martín de Luiña y el Mirador de Salamir


El séptimo día ya empezamos a notar esa morriña tan característica que nos entra cuando toca abandonar el Norte (la saudade, que le llaman los gallegos y portugueses). Por tanto, después del preceptivo (y último) baño en la Playa de San Pedro nos encaminamos a degustar nuestra última comida en tierras asturianas. En la misma íbamos a estar acompañados de nuestro querido amigo Javier, que haciendo gala de una hospitalidad propia de esta maravillosa tierra nos invitó a comer. Él ya sabe que tiene una invitación esperándole en Madrid, para cuando la quiera hacer efectiva, porque a personas como él y su esposa Yolanda, se les recibe con los brazos abiertos en cualquier sitio, pero sirvan estas líneas para que conste por escrito.

El caso es que comimos en el Restaurante 'El Rosal', en San Martín de Luiña, pueblo que destaca, además de por su privilegiado enclave, por la historia que encierran sus valles y, sobretodo, los muros de su iglesia, como veremos a continuación. Podría decirse que las fabes que nos pusieron de primero son unas de las mejores que hemos comido nunca. Estaban en su punto justo de cocción y el compango que las acompañaba era espectacular. Servida en su correspondiente cazuela para compartir, era un delito no repetir, así que lo hicimos. De segundo, cometimos el error de limitarnos a probar los escalopines sin pedir también el picadillo, que tenía una pinta estupenda, por lo que veíamos en mesas contiguas. Todos los platos se sirven en grandes cantidades, aptas para compartir, y además el dueño te pregunta si quieres repetir, sin ningún coste adicional. Los postres son caseros y se encuentran a la altura del resto de la comida. Pedimos arroz con leche y tarta de queso con arándanos, al igual que nuestros acompañantes. Con los cafés fueron en total 40€. En definitiva, una calidad-precio excelente.

Con el estómago lleno nos dirigimos hacia la Iglesia de San Martín de Tours, santo cuya advocación da nombre a esta iglesia, de la cual habíamos leído cosas bastante curiosas. Se encontraba cerrada, por lo que nos tocó ir a buscar al párroco del pueblo para que nos la enseñase. Hemos de agradecer desde aquí la disposición mostrada por aquél y las explicaciones tan detalladas que nos ofreció en cada uno de sus puntos. Aunque pudimos notar alguna que otra crítica velada por su parte hacia el ex-presidente Zapatero (¿?) la corrigió rápido al percibir que la audiencia no era de su cuerda ideológica. Es una pena que por el ritmo tan frenético con el que nos llevaba por las distintas estancias no me diese tiempo a tomar ninguna fotografía del interior (el exterior no tiene gran interés arquitectónico), por lo que recomiendo a quien tenga interés que si pasan por la zona se detengan media hora para conocer la curiosa historia que encierran sus muros.

San Martín de Luiña se encuentra en plena comarca de las brañas vaqueiras, por lo que su historia va indisolublemente ligada al devenir de los habitantes de aquéllas. Al parecer, la convivencia entre los habitantes del pueblo y de las brañas no era todo lo pacífica que sería deseable, ya que, entre otras cosas, tenían intereses comerciales enfrentados. Por eso, y para no negarles rotundamente la entrada a lugar sagrado, se estableció una franja de piedra en el suelo de la iglesia que los vaqueiros no podían traspasar y que servía, de facto, como barrera física con el resto de habitantes con la siguiente inscripción: "No pasar de aquí a oír misa los baqueros". El párroco intentó contarnos una historia bastante más dulcificada, pero que no resultó muy creíble, sobretodo por los encontronazos lógicos que se presumían en esta región.

También nos contó cómo se separaban dentro de la iglesia las lápidas según el estatus social del fallecido (solteros, casados, célibes, no célibes, vaqueiros, habitantes del pueblo, etc.). Llama la atención la aquí la siguiente inscripción: "División de sepulturas entre forasteros y baqueros". Los retablos, el principal y los laterales, también tienen gran interés artístico, así como los vanos de la sacristía, cuyas conchas situadas en la coronación de los mismos no pueden disimular que nos encontramos en el Camino de Santiago, o mejor dicho, en uno de ellos.

Tras visitar el templo, y ya que todavía quedaba mucha tarde, decidimos, una vez que llegamos a Salamir, ir dando un paseo hacia el mirador que hay en la carretera que conduce a la playa, donde habríamos de despedirnos del Cantábrico un año más. La lluvia también quiso despedirse de nosotros e hizo acto de presencia en cosa de cinco minutos, chafando también un concierto que se escuchaba en la playa de San Pedro. 


A la mañana siguiente saldríamos pronto, dejando atrás esta maravillosa tierra y sus gentes.

1 comentario:

  1. estoy buscando informacion sobre la parroquia san martin de luina en asturias y su correo electronico para interesar certificacion de bautismo de mi abuelo manuel menendez bermudez nacido en 1850-1859

    ResponderEliminar