miércoles, 9 de agosto de 2017

Viaje de ida


Normalmente, las personas que ven próximo su final atraviesan un proceso de asimilación, en el que toman conciencia de su destino. Los protagonistas de este libro van a tener que realizar ese procedimiento de manera acelerada, porque saben que les espera la muerte estrellados contra un château francés antes de que amanezca. Tienen bastante trabajo por delante.

El desarrollo de esta historia se articula a través de tres personajes presentes en el coche destinado a estrellarse: Henri, Chantal y su padre, que se nos presenta como un conductor anónimo. Y serán los pensamientos de este último, plasmados a través de un incesante monólogo sin réplicas los que sirvan de hilo conductor del relato. También se menciona a otra persona, Honorine, que planea por todo el libro, pero que no aparece nunca.

La acción discurre durante una madrugada, entre châteaus, por una carretera del sur de Francia. Como ya se ha adelantado, y se indica desde el principio del libro, el coche y sus tres ocupantes van a sufrir un accidente por expreso deseo del anónimo conductor, que así consumará de una nada sutil venganza contra Chantal, con quien mantiene una extraña relación rayana entre lo paterno-filial y lo erótico.

Debido a ese rencor que ha ido acumulando el conductor sin rostro, organiza este viaje sin retorno, el cual le sirve de excusa para rememorar acontecimientos de su vida con los otros personajes (incluida la oculta Honorine). Según avanza la lectura, van encajando las piezas de sus vidas, pudiendo entender el lector por qué se ha llegado a ese trágico e inminente desenlace.

A pesar del macabro destino de los protagonistas, hay aspectos muy bien tratados, y que permiten disfrutar aún más de la lectura. Por ejemplo, el elogio que el autor, John Hawkes, hace del automovilismo y de la conducción (utilización de un buen vehículo para el accidente, los preparativos de la conducción, un buen equipo de música, la lubricación de los componentes del motor, el dibujo de unos neumáticos sin usar, etc.).

Nos encontramos ante una edición cuidada, que a pesar de varios errores de transcripción tiene una buena traducción que se centra en los aspectos principales del libro. Tampoco se ha de obviar el imprescindible posfacio de Jon Bilbao (presente en la edición de Meettok) para comprender el verdadero significado de la obra y del título de la misma.

Sin olvidar la crudeza del argumento, el libro ha de ser entendido como una gran metáfora sobre la literatura, y el proceso que conlleva desde la concepción de la idea que ha de plasmarse en el papel hasta su publicación posterior. Aunque ello no resulta muy evidente a simple vista, por lo que es muy recomendable prestar especial atención al prólogo, que lo explica de manera muy comprensible. 

Travesti no es un libro sencillo, pero merece una oportunidad, aunque solo sea por comprobar cómo el odio puede llevar a resultados fatales y a destrozar un bonito coche de lujo en milésimas de segundo.

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